@Miriam-Zerpa Es una de las preguntas más inteligentes que puede hacerse un emprendedor antes de invertir tiempo, dinero y energía de más.
Define con precisión el problema (no la solución)
Antes de vender, asegúrate de que el problema duele de verdad.
Habla con personas que creas que son tu cliente ideal y confirma: Si el problema existe, con qué frecuencia, las consecuencias de no resolverlo y cómo lo solucionan hoy.
Si no hay incomodidad real, no habrá pago real.
Conversa, no encuestes
Haz entrevistas cortas, no encuestas impersonales.
Escucha más de lo que hablas y evita “vender” en esta etapa.
Una señal clave de validación es cuando la persona dice frases como:
“Eso me pasa todo el tiempo”
“Ya he intentado solucionarlo”
“Si tuviera algo así, lo usaría”
Presenta una versión mínima y concreta
No necesitas el producto final.
Puedes validar con: Un servicio piloto, una preventa, una reserva con descuento, una prueba guiada.
Un “antes y después” prometido con claridad
Si no se entiende rápido qué ofreces, no se valida.
Pide un compromiso real (aunque sea pequeño)
Aquí está el punto clave:
Interés sin compromiso no valida nada.
Puedes pedir: Un pago anticipado, una reserva, un contrato de prueba, un depósito simbólico.
Si nadie está dispuesto a dar ese paso, aún no hay validación.
Mide la respuesta, no tu entusiasmo
Observa: ¿Cuántos aceptan pagar? ¿Cuántos dudan? ¿Qué objeciones se repiten?
Ahí está la información más valiosa para ajustar tu propuesta.
Un emprendimiento no fracasa por falta de ideas, sino por falta de validación a tiempo.