@Miriam-Zerpa, la clave está en obtener compromisos reales y monetarios, incluso si son pequeños o condicionales, antes de construir el producto/servicio final.
Antes de hablar de tu solución, valida el dolor: Habla con tu cliente ideal y pregúntales sobre el problema que intentas resolver. Pregunta cómo lo resuelven actualmente, cuánto les cuesta (en tiempo, dinero, esfuerzo) y cuál es el mayor fastidio de esa solución.
Menciona el precio implícitamente: Después de describir tu solución, no preguntes «¿Pagarías $X?». Pregunta: «Si existiera una herramienta que hiciera Y, ¿qué valor le pondrías tú?» o «¿Cuánto crees que te ahorraría al mes/año esa solución?». Esto te da una idea del valor percibido.
Aplica la prueba del calendario: Pregunta: «¿Cuándo podríamos agendar una segunda reunión para mostrarte cómo funciona el producto, quizás dentro de un mes?». Ojo, si el cliente no está dispuesto a dedicarte 30 minutos más de su tiempo, es muy poco probable que pague.
Hay muchas otras estrategias, pero las indicadas son clave para responder a la pregunta, “cómo valido realmente que haya posibles clientes dispuestos a pagar…”